El viento del wendigo volvía a soplar en el bosque y las criaturas dormían. Entre los árboles una sombra se escurría de la luz lunar, sus pasos eran cautelosos pero firmes, su corazón no latía y su cerebro no dejaba de pensar en el momento en que si hambre quedara saciada y sus manos vuelvan a sentir la piel muerta de su presa.
La había encontrado al fin, podía escuchar su corazón palpitar, la sangre correr por sus venas, arterias y capilares y olía el sudor de su piel, el perfume que mas embriagaba su ser. Eso era lo que mas deseaba sangre fresca, sangre virgen.
Se acerco lentamente, como un gato a un ratón a punto de ser atrapado, y delicadamente la toco pero esta no mostró resistencia porque ya se encontraba bajo el poder del grandioso Morfeo. Suavemente comenzó a succionar el néctar de vida que lo revitalizaba.
Fue en el momento que se encontraba ya saciado cuando sintió el horrendo olor que le era repulsivo, más rápido que una gacela escapo y juro nunca volver a ese lugar.
Al fin de cuentas, queda comprobado que las tabletas y espirales cumplen su cometido.
Crumble de manzana y moras
Hace 1 año